lunes, 2 de marzo de 2015

Batalla entre Cristo y el Anticristo

El Próximo Sínodo será una Batalla entre Cristo y el Anticristo  – ¿De qué lado está Usted?


Tomado de: http://rorate-caeli.blogspot.com/2015/02/the-next-synod-is-battle-between-christ.html

Traducido al español por Roberto Hope, 
partiendo de la traducción del italiano al inglés hecha por Rorate Caeli

Allessandro Gnocchi sigue siendo uno de los mejores comentaristas sobre el estado actual de la Iglesia.  El siguiente extracto, tomado de la columna que publica en La Riscossa Cristiana es un ejemplo de su determinación de ver las cosas como son.  Gnocchi utiliza palabras fuertes que lo llevan a uno a pensar.

[Aquel] múndo católico al que comúnmente se le llama “no de izquierda” o “no progresista”, está formado, salvo por raras excepciones que pueden funcionar de una manera que verdaderamente va contra la corriente, de intelectuales que no convencen, sedientos de legitimación, pobres personajes en busca de algún autor que los ponga en el escenario y que los haga recitar cualquier guion que se les ponga enfrente. Entretanto, mientras los títeres saltan y bailan, el teatrito vira siempre hacia la izquierda hasta que la mutación haya concluido por completo. El lenguaje, los temas y aun los principios que hasta el anterior pontificado eran considerados no negociables, se adaptan a un público que siempre quiere más y mejor: de la colaboración política a las concesiones doctrinales, el paso es demasiado corto, especialmente si existe el incentivo de recibir los aplausos del mundo.

[Hay aquéllos que] se escandalizan del hecho de que quienquiera que trate de expresar una objeción ante la situación actual es rápidamente tildado de “persona divisiva.” La táctica de acusar a los disidentes de ser “gente que divide” es utilizada usualmente por aquéllos que tienen el poder o por aquéllos faltos de carácter que casualmente tienen una palanca de poder a su alcance.  Siempre que hay alguien que desee debatir cuestiones a las que se oponen, quienes tienen el poder evitan el debate reservándose sus propias convicciones y su verdadera postura, mientras que los faltos de carácter evitan el debate porque carecen de convicciones y, si las tienen, carecen del valor para defenderlas. Nada es más fácil que ridiculizar ante el público a cualquiera que se atreva a rascarle al barniz de unidad, deslegitimizándolo a priori. Si amenaza la unidad, se le niega el permiso de hablar. La Verdad con V mayúscula sucumbe ante la conveniencia.  Pilatos, que prefiere ser amigo del César, nunca deja de buscar compañeros de viaje.

La iglesia en las últimas décadas ha funcionado, mal, aferrándose a una determinación de hacerse amiga del César.  Ha sido débil al punto de perder sangre en el terreno de la doctrina y de la moralidad. Se ha mostrado agresiva y sin miramientos en su represión y negación de toda opinión legítima que tenga la intención de reafirmar verdades morales y doctrinales.  El resultado ha sido el silenciar a aquéllos cuya intención es defenderla y en cambio dar rienda suelta a aquéllos cuya intención es la de destruirla.  Esta metodología es grandemente elogiada y se pone en práctica desde lo más alto de la jerarquía hata lo más bajo del nivel de la parroquia.

Pero permítaseme ahora ofrecer algunas consideraciones sobre el tema de una de las tonadillas silbadas con frecuencia por aquéllos católicos que dicen querer oponerse a la corriente de liberalismo pero que en realidad nada hacen, excepto correr tras ella, manteniéndose siempre un paso más atrás.  Me limitaré a hablar de esta sola tonadilla, que es la siguiente: “siempre es mejor hacer algo, aunque no sea perfecto, que no hacer nada.” Estos católicos que, más precisamente, pudieran ser llamados catoliquillos [cattolichetti] por la tonada que siempre van silbando, han perdido de vista la postura que un católico debe siempre tomar ante las confrontaciones con el mundo. De esa manera, persistiendo en coludirse y cooperar con el mundo, han debilitado su sentido espiritual, al punto de que no son capaces de comprender la gravedad de los tiempos que estamos viviendo.

Se complacen con planes políticos de acción, cuando lo que realmente está ocurriendo es una guerra entre Cristo y el Anticristo a una escala que nunca antes se había visto, en la que la supervivencia de la fe católica está en juego. Repito: estamos en una guerra por preservar la fe católica y todas las batallas se están peleando en varios frentes, hasta aquéllas que son tan importantes como la verdad moral, son sólo el campo de confrontación en una guerra que es mucho más profunda, que entraña metafísica y religión. Pero o la fe se preserva entera e intacta o se pierde. No pueden preservarse sólo partes de ella a gusto o a conveniencia.

Las opciones que se eligen con respecto a elementos cruciales de la enseñanza moral que tocan a la misma naturaleza humana son la señal que indicará si la fe va a resistir o a ceder. Pues toda condescendencia, aun alguna que se conciba para el bien o quizás utilizando el apolillado concepto de “menos malo,” representa un amoldamiento de la fe: una traición a Cristo en favor del Anticristo. El mundo de ahora no necesita una ley que sea un poco menos mala que otra por, como dice el catoliquillo, “es mejor hacer algo, aun cuando no sea perfecto, que no hacer nada.° No estamos luchando una batalla por darle algo menos malo al mundo, sino para permanecer fieles a Cristo y su enseñanza, y sólo Él puede salvar al mundo.

Esto es lo que el Sínodo de la Familia recientemente concluido ha convertido en un evento tan dramático y hará aún más dramático el próximo. Lo que ocurrió y volverá a ocurrir; no será un enfrentamiento entre dos escuelas de pensamiento distintas, sino un enfrentamiento entre aquéllos que tratan de preservar entera la fe católica y aquéllos que quieren cambiarla.  En pocas palabras, aun cuando estamos hablando de obispos, cardenales y del mismo Papa, y que mis palabras pudieran parecerle a Usted ásperas, aun allí estamos hablando de la batalla entre Cristo y el Anticristo. Sólo nos queda a nosotros elegir de qué lado estamos.