domingo, 27 de marzo de 2016

Un Enjuiciamiento Histórico. 2

Un Enjuiciamiento Histórico

Reseña del libro La Profezia Finale, de Antonio Socci

(segunda de tres partes)
por Christopher A. Ferrara

Tomado de : http://www.cfnews.org/page10/page104/socci_indictment_of_francis.html
Traducido del inglés por Roberto Hope


¿Un Papa a quien no le Gustan los Católicos?

El enjuiciamiento que hace Socci procede luego con el encabezado 'Ataque contra la Fe', una referencia a los enemigos internos de la Iglesia desde el Concilio Vaticano II, cuya subversión ha sido lamentada (demasiado poco y demasiado tarde) por todos los papas desde el Concilio, incluyendo a Benedicto XVI. Fue Benedicto quien (durante la misa para la apertura del cónclave que lo eligió) declaró que ahora el tener ”una fe clara y cierta” es denunciado como 'fundamentalismo'. Citando ese testimonio, Socci lanza una serie de guantes a los pies de Francisco:

“Le invito, Padre Bergoglio, a que vuelva a leer con atención estas palabras, porque describen dramaticamente lo que está ocurriendo durante su pontificado. De hecho, es precisamente Usted, Santo Padre, quien acusa de padecer 'fundamentalismo' a aquéllos que tienen una fe clara y cierta y dan testimonio de su fidelidad a la doctrina católica."

"Usted curiosamente está convencido de que el peligro para la Iglesia de estos días son los cristianos fervientes y aquellos pastores que defenden el Credo Católico.. En su encíclica Evangelii gaudium, ataca usted a 'algunos que sueñan con una doctrina monolítica' y a aquéllos que 'utilizan un lenguaje enteramente ortodoxo.'

“¿debemos entonces preferir a aquéllos que son llevados acá y allá por cualquier ideología y utilizan lenguaje herético? Evidentemente sí, viendo que ellos nunca son atacados por Usted.

“Cualquier día que uno escoja, encontrará casi siempre que Usted, en su discurso, ataca a aquéllos que Usted llama 'rigoristas', 'rígidos', o sea, gente de fe ferviente a quienes Usted identifica con los 'escribas y fariseos'.” (pp. 153-155)

Socci no tiene pelos en la lengua cuando se refiere a la bien conocido táctica de Francisco de recurrir a una falsa antítesis entre la misericordia y el rigor doctrinal, al citar uno de los innumerables discursos en los cuales Francisco declara que los llamados 'doctores de la ley', que conocen bien la doctrina, se separan de la misericordia de Dios. “Pero Usted, Santo Padre,” dice Socci:

“debería superar su resentimiento personal hacia aquéllos que han estudiado; debería saber que, en el horizonte cristiano, es totalmente absurdo el oponer la misericordia a la Verdad, pues ambas están encarnadas en el mismo Jesucristo. Por lo tanto, es falso oponer la doctrina a la pastoral, porque eso equivaldría a oponer el Logos (doctrina) al Buen Pastor (la Verdad hecha carne): Jesús es el Logos (la Verdad hecha carne) y al mismo tiempo, el Buen Pastor.” (p.159)

Socci también señala el justamente infame discurso de Francisco atacando la oposición conservadora, dado al cierre del Sínodo de 2016, en el cual tronó contra los prelados que habían resistido el que el previamente redactado y heterodoxo Instrumentum Laboris les fuese impuesto a fuerzas como 'informe final del Sínodo'. Como lo declaró Francisco en esa arenga, sus oponentes tenían:

  • “... corazones cerrados que con frecuencia se esconden detrás de las enseñanzas de la Iglesia, o detrás de buenas intenciones, para sentarse en la silla de Moisés, a veces con superficialidad y superioridad, a  juzgar casos difíciles y familias heridas.”
  • “Los verdaderos defensores de la doctrina no son aquéllos que defienden la letra sino el espíritu, no la idea, sino al hombre, no la fórmula, sino el amor gratuito de Dios y su perdón”


Vemos aquí el enésimo ejemplo del gusto de Francisco por las falsas antítesis: la letra versus el 'espíritu' de la doctrina; la idea versus el hombre; la 'fórmula' versus el amor de Dios y su perdón. Pero no hay oposición alguna entre estos conceptos; de hecho, son inseparables.

Socci está bastante harto de este tipo de sofismas modernistas, y dispara con ambos cañones:

“Haciendo eso ¿no cree Usted que ha descalificado a sus predecesores y a todo el Magisterio de la Iglesia, con el propósito de afirmar su concepto estrictamente personal de la misericordia, distinto de la doctrina de la Iglesia?”

“Evidentemente, aun Jesús habría sido, según Usted, un doctrinario, rigorista y que defiende la idea en vez del hombre?”

“En efecto ― aplicando el criterio de Usted ― tendríamos que decir que Jesús no habría sido admitido a un seminario durante su pontificado porque fue el más fundamentalista de todos; de hecho, no sólo estaba seguro de la verdad, sino que se proclamó a sí mismo la Verdad hecha carne ('Yo soy el camino, la verdad y la vida' Jn 14,6)”

¿Divorcio católico?

Siguiente en la lista, bajo el encabezado ´Nulidad', está el ataque sorpresa que lanzó Francisco contra el proceso para determinar la nulidad matrimonial, que Francisco agilizó con nuevos cánones redactados en forma semi-secreta y sin consultar a ningún dicasterio competente del Vaticano. El efecto neto de los dos motu proprios que introdujeron estas 'reformas', Mitis Iudex Jesus (para la Iglesia de Occidente) y Mitis et Misericors (para la Iglelsia de Oriente) es, dice Socci, “un total vuelco a la perspectiva: ya no la defensa del sacramento por encima de todo (para la salvación de las almas). Sino más bien el facilitamiento y la rapidez para lograr la anulación.” (p.168)

Socci observa la curiosa insistencia de Francisco en la noción del 'fracaso marital' en el sentido de un resquebrajamiento en las relaciones, que él parece equiparar con un motivo de anulación (inexistencia original) del matrimonio. Pero, como lo observa Socci acertadamente, “hay muchos matrimonios fracasados que son perfectamente válidos” en tanto que “hay muchos matrimonios 'nulos' (que nunca lo han sido desde su inicio) que no son fracasados” en términos de relaciones personales (p. 169). Lo que Francisco ha hecho con sus 'reformas' dice Socci es autorizar la “imposición de una sentencia de nulidad como terapia para las parejas en crisis,” produciendo lo que muchos comentaristas han llamado 'divorcio católico'.

El resultado neto, concluye Socci, es “una verdadera revolución en la historia de la Iglesia.” Y la ironía suprema de esto es que ni siquiera el Cardenal Kasper la pidió; más bien, en el Consistorio de Febrero de 2014, rechazó precisamente “la hipótesis de una generosa ampliación del procedimiento para la nulidad matrimonial” porque “crearía la peligrosa impresión de que la Iglesia está procediendo de una manera deshonesta para conceder lo que en realidad son divorcios.” (p.171)

Increíblemente, pues, Francisco ha superado al mismo Kasper en su ataque a las bases del Sacramento del Santo Matrimonio. Como lo he observado en otra parte, Francisco en su mismo motu proprio admite el peligro de lo que ha hecho: “No se me escapa, sin embargo, cuánto un juicio abreviado pueda poner en riesgo el principio de la indisolubilidad del matrimonio;...”

Volviendo nuevamente al tema de Fátima, Socci nos recuerda que la Hermana Lucía le advirtió al Cardenal Caffarra en una carta al prelado que “El conflicto final entre el Señor y el reino de Satanás será sobre el matrimonio y la familia.” Socci aquí le pide a Francisco que deshaga esta imprevisora reforma: “Fervientemente espero que Usted rescinda todo esto. Tan pronto como sea posible.”

Las Consecuencias de la Liberalización

Llegando al climax de su largo enjuiciamiento, Socci, bajo el encabezado 'Un Saldo Catastrófico' suelta una bomba tras otra al evaluar el argumento de que Francisco está simplemente tratando de atraer almas a través de mitigar el supuesto rigor de la Iglesia. Basta solamente con recitar las observaciones explosivas de Socci:

“Nadie jamás ha sostenido que para atraer a la gente al Evangelio sea necesario desconocer o abolir el Evangelio”

“De los muchos santos y grandes papas que han evangelizado pueblos y continentes enteros, ninguno lo ha hecho jamás diluyendo o adulterando la doctrina de la Fe.”

“Debemos ser la sal de la tierra y la sal cauteriza las heridas. Como la verdad, debemos elegir: o con Él o contra Él. O salvación o perdición.”

"Cuando una confesión religiosa baja la barra para acomodarse a las costumbres mundanas o para atraer miembros decreta su propio suicidio.” (pp. 177-179)

Socci cita el estudio de un renombrado sociólogo, cuyas cifras confirman que las confesiones religiosas cristianas que se liberalizan declinan inmediatemente, mientras que aquéllas que mantienen o vuelven a sus tradiciones prosperan, y que esto es precisamente lo que ha sucedido en la Iglesia Católica liberalizada de la época post-Vaticano II.

En relación con esto, Socci le presenta a Francisco “datos fuertemente negativos con relación a Usted personalmente” demostrando que el tan cacareado 'Efecto Francisco' ha significado realmente una constante caída de participantes en las audiencias papales, a pesar de la “siempre más poderosa máquina de propaganda planetaria que diariamente elogia y exalta su más mínimo gesto, mitologizándolo más que cualquier estrella.” De hecho, observa, a pesar del mito de que Benedicto era “un frío profesor alemán, de quien la gente se sentía distante, en realidad la gente era atraída mucho más por Benedicto XVI,” cuyos discursos en audiencias gozaban de mucha mayor asistencia. Y aun cuando, en contraste con Francisco, los medios eran uniformemente hostiles a Benedicto, “evidentemente el pueblo cristiano, aun cuando bombardeado por los medios, reconocía el acento auténtico que su corazón esperaba.” (pp. 180-181)

En resumen, Socci concluye:

“Evidentemente, su mensaje no sólo no atrae a los distantes, sino aun causa que los que están cerca de Usted huyan... Usted se dirige, en lugar de a ellos, a la elite que lo ha aclamado, sintiéndose confirmada en sus convicciones laicistas. Su personalidad personal ha crecido en exceso. Le llaman el 'efecto Bergoglio', creyendo que el aplauso interesado de los no creyentes y la adulación de los medios llenará las iglesias nuevamente.”

“En vez de eso, cifras en mano, podemos decir que para la Iglesia, el efecto Bergoglio ha sido contraproducente. El contenido de su magisterio ha alejado a la gente de la práctica de la religión, más que atraerla a ella.” (pp. 181-182)

(Continuará)

sábado, 26 de marzo de 2016

Un Enjuiciamiento Histórico. 1

Un Enjuiciamiento Histórico

Reseña del libro La Profezia Finale, de Antonio Socci

(primera de tres partes)
por Christopher A. Ferrara

Tomado de : http://www.cfnews.org/page10/page104/socci_indictment_of_francis.html
Traducido del inglés por Roberto Hope

Introducción

Una y otra vez, el intelectual público italiano, y católico, Antonio Socci, ha sacudido a los católicos 'convencionales' con un desenmascaramiento explosivo que confirma el diagnóstico de la actual crisis de la Iglesia que se hace en los círculos 'tradicionalistas' y 'Fatimistas'. A diferencia de tantos de sus colegas comentaristas católicos, Socci no se tienta el corazón al publicar lo que la honestidad intelectual exige con respecto a nuestra situación actual. De ahí su Cuarto Secreto de Fátima, que exhibió directamente a la luz pública ― de donde simplemente no desaparecerá ― la evidencia masiva que existe sobre la falta de una revelación completa del Tercer Secreto por parte del Vaticano. De igual manera, su Non é Francesco (juego de palabras del título de una canción popular italiana), valientemente confronta el desastre del pontificado actual, aun si uno pusiera reparos con respecto a los dudosos argumentos de Socci contra la validez de la elección del Cardenal Bergoglio (como aparentemente el mismo Socci lo ha hecho posteriormente).

Ahora llega La Profezia Finale, que consiste principalmente en una carta abierta a Francisco luego de un repaso introductorio de las apariciones marianas aprobadas y de otras profesías, especialmente del Mensaje de Fátima y del completo Tercer Secreto, que convergen unos con otros en  “calificar a nuestro tiempo como una época de inflexión de proporciones casi apocalípticas.”

Como el libro ha sido publicado hasta ahora sólo en italiano, y pudiera jamás ver una edición inglesa ― las traducciónes aquí contenidas son mías ― lo que parece ser apropiado en este caso es una reseña del libro, consistente más bien en un repaso del texto más que una mera descripción sumaria. Lo que eleva este trabajo al nivel de un documento histórico es la carta abierta a Francisco. Aquí encontramos un texto bajo el cual caldea una furia apenas oculta pero plenamente justificada sobre los efectos perniciosos de lo que Socci ha dado en llamar 'Bergoglianismo' ― una mezcla de piedad popular, ideología izquierdista, desdén a la adhesión estricta a las doctrinas y disciplinas de la Iglesia, y culto a la personalidad, fomentado y sustentado por unos medios masivos de comunicación que se deleitan con un Papa que, dice Socci, parece haberse “empeñado en atacar a la Iglesia” en vez de defenderla contra quienes la atacan.

El título de la carta abierta, 'Una Responsabilidad Terrible ante Dios' establece el tono de lo que viene a ser un cáustico enjuiciamiento del pontificado entero, el cual, precisamente por razón de su manifiesta hostilidad hacia la Tradición, goza de la “insoportable adulación de los medios, sobre todo los laicistas y enemigos de Jesucristo, que propagan con respecto a Usted un verdadero culto a la personalidad” (p. 92)

Francisco, dice Socci, está promoviendo el error de un cristianismo 'puro' (citando a Andreas Hoffer), un tipo de 'supercristianismo' que pretende ser “más bueno que hasta el mismo Jesús porque sostiene que 'ya no basta con amar al pecador.... Es necesario amar hasta el mismo pecado'." (p. 98). No sin razón el irónicamente intitulado 'Sínodo de la Familia' ha sido ampliamente denigrado como el “Sínodo contra la Familia” y [en inglés, mediante un juego de palabras] el “Sin Nod” (asentimiento al pecado) . De hecho, mientras escribo estas líneas, el mundo católico espera con temor una 'Exhortación Apostólica' de 200 páginas, que pudiera llegar a hacer lo que el Sínodo no llegó a aprobar a pesar de la descarada manipulación de Francisco y de sus feroces denuncias contra los 'rigoristas' y fariseos' de entre los Padres del Sínodo: la admisión de los adúlteros públicos a la Sagrada Comunión y una mayor 'aceptación' de aquéllos que viven en concubinato y aun a las 'uniones homosexuales'.

En suma, arguye Socci, Francisco se ha afanado en la “abolición del enemigo externo y la fabricación de un enemigo interno” ― no los Modernistas, sino los defensores de la Fe en toda su integridad, de quienes Francisco habitualmente se mofa y ridiculiza como 'rigoristas' y 'fundamentalistas' (p. 99). Soccí denuncia que en medio de la 'dictadura del relativismo' que lamentaba Benedicto XVI, que “ahora se ha consolidado en Occidente,” los católicos que se le oponen son apaleados y marginados desde la cima más alta de la Iglesia: por Usted [énfasis añadido aquí y en el resto el artículo]

Sin embargo, con la Iglesia encarando un giro de carácter apocalíptico en el campo de lo espiritual, a Francisco se le ocurre publicar una encíclica sobre ecología, que aborda “la separación de los desperdicios y el abuso de las botellas de plástico y de los aparatos de aire acondicionado.” Socci pregunta; “¿Está Usted seguro de que ésta es la respuesta que el Vicario de Cristo debe dar a una crisis espiritual verdaderamente apocalíptica...?"

Socci exhibe una lista de detalles para su denuncia, bajo una serie de encabezados que representan diversos aspectos del programa Bergogliano.


Confusión Bergogliana

Bajo el encabezado 'Confusión', Socci hace notar la naturaleza sin precedentes del 'Jubileo de la Misericordia,' "el primer jubileo en la Historia de la Iglesia que no incluye la memoria de la vida terrena de Jesús... [y] celebra solamente un acontecimiento de la Iglesia: los cincuenta años desde el Concilio Vaticano Segundo." (p. 108).

La misericordia, dice Socci, “no fue inventada en el 2013,” pero este suceso ― con sus miles de “puertas de la misericordia” y sin requisitos claros para la obtención de indulgencia plenaria, parece insinuar (citando a Sandro Magister) “la cancelación total del pecado, ya sin señal alguna de la remisión de la pena consecuente. La palabra 'pena' es otra de las palabras que se han desvanecido" (p. 113). Hasta el llamado al arrepentimiento y a la conversión es “hecha a un lado porque Usted ― como lo ha dicho públicamente ― no quiere convertir a nadie y considera el proselitismo una insensatez.”

Socci cita la homilía de Francisco del 8 de diciembre del 2015, en la cual declara que es malo afirmar acerca de Dios “que los pecadores son condenados por Su Juicio, sin preferir decir, en vez de eso, que son perdonados por su misericordia.” La impresión es que Dios “ha perdonado todo 'a priori' y que ni siquiera es necesario enmendar la vida de uno.” Socci observa que Nuestro Señor Mismo lamentaba este 'terrible auto-engaño' en una locución interior narrada por Santa Brígida de Suecia, en la cual Él le dice que la fundamentación de la Iglesia en la Fe ha sido minada porque “todos creen en mí y predican la misericordia, pero nadie predica y cree que Yo Soy el juez justo... Yo no dejaré el menor pecado sin castigo, ni el menor bien sin recompensa.”

Socci pregunta: “Pero ¿por qué ha tomado este giro su pontificado?” El resto de la carta abierta presenta la evidencia de lo que considera que es la respuesta a esa pregunta, y esta respuesta no podría ser más explosiva:

“...en vez de combatir los errores (y algunos de los que yerran) se ha puesto Usted a combatir la Iglesia... Le recordaría que la Iglesia es la esposa de Cristo por la cual Él fue crucificado, y el siervo que ha recibido del Rey la encomienda de defender pro tempore a Su esposa no puede humillarla en la plaza pública, tratándola como un niño malcriado... Es necesario arrodillarse ante el Señor, no ante la prensa.” (pp. 119-120)

Sínodo de Subversión.

Bajo el encabezado 'Subversión', Socci dirige su mira hacia el tempestuoso Sínodo, que correctamente describe como “un ataque mortal a la familia y al sacramento de la Eucaristía, que fue sistemáticamente ... llevado a cabo por la cúspide Vaticana”, “auxiliado con el derrocamiento del Magisterio Perenne de la Iglesia a lo largo de dos años” y fue “promovido por aquél que debiera ser el custodio y defensor de esa enseñanza” (p. 126).

Socci cita la observación hecha por el Cardenal Pell, de que el Sínodo había sido una 'guerra teológica' en la cual la indisolubilidad del matrimonio era como una bandera a ser capturada en la “batalla entre lo que queda del cristianismo en Europa y un neopaganismo agresivo. Todos los adversarios del cristianismo quieren que la Iglesia capitule en este punto.”

Pero, sigue escribiendo Socci, en tanto que Francisco “debería haber encabezado la resistencia contra las fuerzas que buscaban la capitulación de la Iglesia, en vez de ello todo mundo, cada vez con mayor evidencia y fuerza ― lo vio encabezar la facción revolucionaria” (pp. 126-127). Así, Ross Douthat, del New York Times, pudo escribir: "en este momento, el primer conspirador es el propio Papa." "No es de extrañarse, observa Socci con disgusto, que la revista Newsweek haya publicado un artículo de portada, intitulado '¿Es católico el Papa?' ― pregunta que nunca antes había sido planteada acerca de sus predecesores y ningún católico se hubiera jamás planteado, pero con Usted estamos ante un Papa que, como lo reportó un notorio diario laicista [La Repubblica], declaró literalmente ´No existe un Dios católico'.” En la misma línea, The American Spectator pintó a Francisco “sentado encima de una bola de demolición que reducía a polvo un edificio” [la torre de una iglesia] (p. 124)


¿Un Papa meteorólogo?

Bajo el encabezado 'Obsesión con el Clima' Socci contrasta la declinación apocalíptica de la fe y la moral en todo el Occidente con la obsesión inexplicable de este Papa por un supuesto 'apocalipsis climático.' La pregunta de Socci es devastadora; “En verdad necesita la Iglesia de un Papa climatológo y meteorólogo?” (p. 131). Observando que no hay “certeza científica que pruebe indisputablemente que hoy haya un cambio catastrófico en el clima y que eso sea imputable a la actividad humana” Socci declara:

“Sin embargo, Usted, Santo Padre, que siempre se mantiene frío y ajeno con relación al dogma de la Iglesia, se ha casado sin cuestionarlos con absurdos dogmas ecológicos... haciendo una profesión de fe, esculpida en roca, en esa absurda ideología climática...Es impropio y ridículo que un Papa haga del clima y del medio ambiente (a cuyo tema dedicó la primera encíclica que escribió) el núcleo de su predicación... El Señor nunca dijo 'Conviértanse y crean en el calentamiento global', sino: 'Conviértanse y crean en el Evangelio.' Y nunca ordenó 'Segreguen su basura', sino 'Vayan y bauticen a todas las naciones'.” (p.134)

La escaldante conclusión de Socci (citando una editorial escrita por Riccardo Casciolo) es que “Uno tiene la impresión de que el mensaje fundamental de la Iglesia ha cambiado: 'De salvadora de los hombres a salvadora del planeta'.”

Leones y Tigres y Osos

Bajo el encabezado 'Exhibición Preocupante', Socci denuncia "la disparatada y escandalosa exhibición de luces proyectada en la fachada de [la Basílica de] San Pedro, nada menos que el día de la Inmaculada Concepción. Con el título Fiat Lux (Hágase la Luz) la exhibición fue una burlona afrenta y una parodia del Evangelio en el cual la expresión indica el acto del Creador y luego identifica la Luz con Cristo que ha venido a iluminar la obscuridad.”

Repleta de figuras de animales pero desprovista de siquiera un indicio de simbolismo cristiano, este espectáculo representa una total inversión del mensaje del Evangelio: “el mundo proyecta su luz sobre la Iglesia que está inmersa en la obscuridad. Y en ese espectáculo la Iglesia recibe la luz del mundo” (p. 138). Y mientras las imágenes del mundo eran proyectadas sobre la basílica que se yergue en el corazón de la Iglesia, la luz sobre el nacimiento que estaba colocado en la Plaza de San Pedro, fue apagada porque “la luz del niño Jesús no debe nunca perturbar la escenificación de la nueva religión ecológica.” (p. 139)

Aquí Socci cita un sorprendentemente apropiado pasaje de las Escrituras, de la Epístola [de San Pablo] a los Romanos: “Profesando ser sabios, se hicieron necios y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles (Rom 1:22:23).” Y todavía otra evaluación devastadora más es lanzada a los pies de Francisco.

“Pero sobre todo, Padre Bergoglio [una referencia al gusto del Papa por presentarse a sí mismo de esa manera] ¿cómo es posible que no se dé cuenta ni señale otras emergencias que aquéllas del clima; ni siquiera con la misma insistencia? ¿La apostasía de pueblos enteros, de la fe en el verdadero Dios no es un drama que amerite sus llamados más ardientes? ¿La guerra contra la familia y contra la vida? ¿El abandono de Cristo y la masacre de comunidades cristianas? Parece ser que solamente el medio ambiente y otros temas de la religión de corrección política ameritan la pasión de Usted."

“Un gran intelectual francés, Alain Finkielkraut, lo ha descrito a Usted como el 'Supremo Pontífice del mundo de ideología periodística.' ¿Está él equivocado? ¿Exagera?"

“En efecto, en la Iglesia 'de Usted' parece ser que los temas de separación de la basura y del reciclado tienen precedencia sobre la tragedia de pueblos enteros que, a la vuelta de pocos años han abandonado la fe. Usted suena la alarma por el 'calentamiento global' cuando durante dos milenios la Iglesia lo había venido haciendo por el fuego del Infierno.” (p. 142)

De aquí, Socci se embarca en una exposición del Mensaje de Fátima y precisamente de sus admoniciones sobre la pérdida de las almas en el Infierno por toda la eternidad. La Señora de Fátima, escribe él, “no presentó los cálculos de los ambientalistas sobre el clima del planeta, sino hizo que los pequeños niños vieran el fuego eterno del Infierno, y les dijo con tristeza: 'Han visto el Infierno, a donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlas, Dios desea establecer la devoción del mundo a mi Corazón Inmaculado. Muchas almas van al infierno porque no tienen a nadie que rece y haga sacrificios por ellos.' ”

Ésta, sigue diciendo Socci, “es la verdadera tragedia, Santo Padre, la perdición eterna de multitudes. No ― si me lo permite ― la pérdida de la biodiversidad, o por lo menos no para nosotros los cristianos. Sin embargo, Usted nunca habla de ello. Más bien, a veces casi induce Usted a la creencia de que todo mundo será salvado porque 'Dios no condena'.” (pp. 142-143).

Resumiendo su indisimulado desdén por la preocupación del Papa por el calentamiento global en vez de por el fuego eterno, del cual Nuestra Señora vino a advertir al mundo en Fátima, Socci escribe:

“Ante la catástrofe espiritual de la perdición eterna de multitudes, que indujo a la madre de Dios a venir seriamente a la Tierra, encuentro francamente incomprensible que se preocupe en su mayor parte ― como lo hizo en su encíclica Laudato si ― de la biodiversidad, la suerte de los gusanos y los pequeños reptiles, de los lagos, y del abuso de las botellas de plástico y del aire acondicionado.” (p. 148)

(Continuará)

lunes, 14 de marzo de 2016

The Papers of Benjamín Benavides

Los Papeles de Benjamín Benavides 

(The Papers of Benjamín Benavides)

 by Leonardo Castellani (1899 - 1981)

Absolutely, a must-read!

Book review by Rafael Castela Santos

Taken from http://casadesarto.blogspot.mx/2013/03/los-papeles-de-benjamin-benavides-de.html
Translated from the Portuguese by Roberto Hope

Homo Legens, the publisher which so relevant services has rendered to the Catholic culture in Spanish-speaking lands is elated with the publication of “Los Papeles de Benjamín Benavides” by Father Leonardo Castellani; work that appears for the first time in the neighboring nation and with the added attraction of supplementing this edition with a preface by Juan Manuel de Prada.

About Los Papeles de Benjamín Benavides I will just say that it is my favorite of the books authored by Castellani, to which I frequently return, and each time I do, I discover new matters to ponder and reflect upon. Authentic opera prima, written with noteworthy erudition, without detriment to its great ease of reading, by this distinguished Argentinian priest, dealing with that which was his favorite topic of study throughout his entire life ― the Apocalypse of Saint John.

By means of a combination of dialogues in which the central character, Don Benya or Benjamín Benavides, an extravagant Spanish Catholic sage with Sephardi Jewish roots, Castellani upholds, in a more than convincing way, that the Apocalypse is simultaneously a retrospective and a prospective book, in which the entire History of the Church is narrated or foreseen until the end of times, the which will be consummated with the Second Coming of Christ to this Earth (de fide truth which has been forgotten these days by almost all who claim to be Catholic ― Et iterum venturus est cum gloria, says the Creed.)

A more than recommended reading; a must-read!

***

To live in the future sense

By Juan Manuel de Prada
Translated from the Spanish by Roberto Hope

Five years ago, more or less, I published in this same journal an article titled “Las Gafas de Castellani” (Castellani's Spectacles), in which I narrated with delight my discovery of an Argentinian writer, Leonardo Castellani (1899-1981), whose reading had left a deep impression on me. Or perhaps it would be more appropriate to say, a deep wound: because Castellani did not only come forth as a very gifted writer, with a style somewhere between quixotic and untamed, like no other author I had read before but also transformed and upset entirely my way of looking at things, my way of living my own literary vocation and my religious faith. There are writers who, in certain situations in our life, widen our vital horizon; it so happened to me with Castellani, to whom the painful gift of looking deeper and beyond the appearance of things; and who, while still living, was condemned to ostracism. “Men who live in the present tense ― he wrote on a certain occasion ― instinctively banish into solitude him who lives in the future tense .”  Castellani lived in the midst of this rejection and solitude: rejection which on many occasions was an authentic Calvary and almost civil death.

That article which I published almost five years ago fell in the hands of a magnificent editor and one of the noblest persons I have known in my life, Carmelo López-Arias, who invited me to publish a book by Leonardo Castellani in the publishing house he works with, LibrosLibres. We titled it “Cómo sobrevivir intelectualmente al siglo XXI” (How to survive the Twenty First Century intellectually); and, surprisingly, it sold better than well, which would later allow me to publish other works by the same author: “Pluma en Ristre” (Pen at the ready) ― another selection of articles; “El Evangelio de Jesucristo” (Jesus Christ's Gospel) ― very meaty comments on the Sunday readings of the Gospel, and “El Apokalypsis de San Juan” (The Apocalypse of Saint John) ― an exegesis of the last book of the New Testament. Throughout all these years, the rescue of Leonardo Castellani has been a very important motor in my life, something that not even those people closest to me have fully understood because, in my proselytizing stubbornness, there was something of an immolation. But there are things that one does, not because he just wants to but because he knows he has to do them; and also knows that if he does not do them he will someday have to give account of it.

I now conclude this rescue work, publishing "Los Papeles de Benjamín Benavides” (Homo Legens), perhaps the most representative work of the Castellanian genius, a kind of thesis novel which partakes of Platonic dialogue, satirization of customs and even police intrigue, the main character of which, the Benjamín Benavides of the title, an evident likeness of the author himself, discusses the prophecies of the Apocalypse with a multifarious group of friends. Upon first sight, it looks like a work written haphazardly which intertwines, with an evident lack of academic unity, fabrications of an outlandish nature, but little by little from the reading emerges a captivating vision encompassing the history of humankind (and of its future life beyond this “vale of tears”). And, in moments as critical and somber as those in which we now live, especially elucidating and inspiring of hope.

In Los Papeles de Benjamín Benavides, Castellani speaks of matters around which the culture of our time has put seven padlocks; and which Christians themselves have ceased to “imagine”. But, as in some passage of the work its author notes, all true hope is supported on a pedestal which imagination provides: if we cannot conceive a concrete idea of what we expect, we tend to expel it from our mind. For quite a long time already, an effort ― silent but implacable ― is being made, consisting of withdrawing little by little all the braces on which popular imagination used to sustain its belief in a future life; and so, all outlets having been blocked, through which believers sought to conceive their ultimate destiny, hope has ended up being withered and deafened by a “swarm of prophetoids, of foretellers and praisers of progressivism and by the elation of the salvation of man by man”. But it is not necessary to look around to discover that all the promises of attaining paradise on earth, made to us by the “praisers of progressivism” have revealed themselves to be false and frustrating. In “Los Papeles de Benjamín Benavides”, Castellani, who lived in the future tense, with the sight always fixed on the eschatological horizon, gives back to us the true sense of Christian hope. Inevitably, they made him pay for it